30 de diciembre de 2006

Una mierda

ETA pone una bomba en la T-4 del aeropuerto de Barajas (Madrid).

No hay más palabras: una mierda.

Parece mentira que aún en la edad de la tecnología, en la era de la información haya seres (porque llamarlos personas sería un insulto hacia todas las demás) tan sumamente cavernícolas. ¿Qué sentido reivindicativo tiene destruir cosas? Es algo así como decir: "Oye, perdona, que es que me he quedado en un eslabón perdido de la evolución. Ya que soy tan retrasado mental voy a ponerme a joderte a tí, que pareces tan civilizado..."

Da asco, sinceramente. Si quieres poner bombas, ponlas en tu casa. ¿Por qué un aparcamiento de un aeropuerto? ¿Qué pretendes matando a gente que no tiene nada que ver contigo ni con tu supuesta lucha?

Otra cosa ya es lo del proceso de paz y todo eso. Para mí que, así como se ha visto que están las cosas, no es que se pueda hablar de mucha "paz", pero no me voy a meter a hablar de nada político.

El asesinato no es ni un buen fin ni un buen medio, y punto. Igual que al que han colgado en Irak. La pena de muerte sigue siendo un asesinato y en una sociedad, por lo que dicen los que mandan tanto, civilizada, un asesinato no es más que una mierda.

Si todo el tiempo que se piensa en cómo engañar, hacer daño o aprovecharse de los demás se dedicase a razonar, estudiar, aprender o cualquier otra cosa, el mundo sería seguramente un lugar perfecto. Pero no puede ser; es una mierda.

Espero que el 2007 empiece mejor, porque es aterrador lo mal que ha terminado este año.

26 de diciembre de 2006

En descomposición

Observar las noticias de hoy ya nos sirve para ver como están las cosas:

- Explosión de gas en Nigeria: cientos de muertos.
- Ataque de las tropas etíopes sobre Somalia: un millar de muertos.
- Terremoto en Taiwan: 2 muertos, 32 heridos.
- Irak, una condena a muerte a un hombre que mató a otros 148.

Muerte por aquí y por allá, muertes, muertos, matar, muerte,...

Para poner punto y seguido al asunto, hoy hace 2 años exactamente que ocurrió la ya archiconocida tragedia del tsunami en el sudeste asiático. Seguro que se han hecho un montón de homenajes en favor de las víctimas y sus familias, de los miles de desaparecidos que dejó la gigantesca ola tras de sí.

Pero lo que yo me pregunto es si no les compensaría más pensar en prevenir futuras tragedias similares. No hay duda que una ola gigante es lo que es y contra eso no hay mucho que hacer, pero tal vez si se hubieran dispuesto de más facilidades, mejores servicios, mayor capacidad de gestión de ayudas, etcétera, no habría que lamentar ahora tantas pérdidas humanas.

¿Y hasta qué punto nos importa eso a nosotros? Al fin y al cabo aquí sólo notamos veranos más largos, tímidas olas de calor y, como mucho, algún vientecillo un poco huracanado. Sin embargo, en otros paises del mundo, las consecuencias de esta situación vienen en forma de olas gigantes y terremotos. Casualmente suele ser siempre en los paises o zomas con mayores problemas para la simple supervivencia, no hablemos ya para afrontar catástrofes de tal envergadura.

Si alguien quiere preguntarse un poco más, le remito a la caótica frase situada al final de esta página. No es culpa nuestra respirar, pero sí cortar la respiración. Tal vez no pongamos las manos directamente sobre ningún cuello, pero no permitiendo que la Tierra respire estamos contribuyendo a que ocurran sucesos para los que no todos estamos igual de prevenidos y/o protegidos.

Hace pocos meses, un bloque de hielo del tamaño de la provincia de Alava se desprendió de la Antartida.

Varios expertos fijaban para el verano de 2040 la desaparición completa del hielo del Polo Norte; las consecuencias creo que ya son bastante sabidas.

Y sino no pasa nada: si no nos mata el planeta en su venganza, ya nos matamos entre nosotros.

Todo es evolución, solo que ahora debe ser cuando volvemos a las cavernas.

24 de diciembre de 2006

Seguir la corriente

Pues sí, será un hipocresía, un derroche, un consumismo abusivo y todas esas cosas que trae consigo. Seguramente sería un día igual de feliz o más sin la mitad de las cosas que hoy pudieran acontecer. Todo eso es cierto.

Pero también hay demasiados días tristes al año; no vamos a amargarnos otro más.

Feliz Navidad a todos.

15 de diciembre de 2006

La Navidad (estorba)

Que bonita época, no?

Hasta suena bien: Navidad.

Uno piensa en Navidad y se imagina las luces en las calles, los niños con regalos, nieve, un árbol con bolas y lucecitas,... Una época de supuesta ilusión que ultimamente tiendo a pensar que, si no fuese por las vacaciones que nos dan, estorbaría un montonazo.

Hoy, sin ir más lejos al salir del metro a la mañana y encaminarme a la uni he visto que varios operarios descargaban de un camion en mitad de la calle lo que parecían ser partes de un árbol de Navidad: una enorme base metálica circular, ramas con hojas de abeto artificiales, cajas,...

Pues bien, resulta que al salir de clase, como unas 4 horas más tarde, dicho árbol ya montado y construido se había edificado ahí mismo, en mitad de la acera, obligando a los que circulaban por la misma (el menda entre ellos) a dar un rodeo gracioso y también bastante ridículo alrededor de la susodicha planta de mentira. Y eso que tenían una plaza al lado, con bancos y demás dispositivos de mobiliario urbano, donde seguramente un árbol navideño hubiera resultado mucho más atractivo. Pero no. Había que ponerlo ahí en medio, estorbando.

Muy bonita la Navidad, ssí, pero para mi que termina cansando. Una vez tienes que ponerte a rodear árboles donde antes no los había, sobrevivir a trillones de anuncios de colonias y ponerte la máscara de aparentar qué buenos somos todos y cuánto nos queremos, la cosa empieza a cambiar... Y lo bonito empieza a ser repetitivo, y lo repetitivo agota, aburre y en ocasiones también irrita. Además antes la Navidad eran algo así como dos semanas, pero ahora ya te las van metiendo con calzador desde Noviembre.

Menos mal que a pesar de todo, aún nos queda el consuelo de unos días de vacaciones. Que habrá que estudiar y lo que sea, sí, pero vacaciones al fin y al cabo.

Feliz (y breve) Navidad.

Y para los que os hayais mosqueado: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno"

13 de diciembre de 2006

Sobre Ruedas

Quiero presentaros un nuevo blog que he desarrollado orientado a noticias e información acerca de diversas categorías de automovilismo: Fórmula 1, GP 2, World Series, Champ Car, IRL y F3 principalmente, aunque no descartó expandir nuevos horizontes si llega el caso. No voy a dejar este blog de lado ni mucho menos, sólo que siempre que vaya a hablar de esos temas lo haré por allí mientras que este sigue siendo mi blog más "personal".

Podeis encontrarlo todo aqui.

PD: Ya que estábamos... he decidido crearlo con wordpress para probar qué tal.. XD

8 de diciembre de 2006

Signos (II)

- Hola, pequeño.

Morgan se giró sobre sus talones y la vió por primera vez. Nunca hubiera creído encontrar a aquella clase de chica en un trabajo así. La recorrió con la mirada de arriba abajo. Su cuerpo pequeño, delgado y esbelto, quedaba cubierto por una chaquetilla acolchada blanca y unos pantalones igualmente blancos, bastante ceñidos. No era aparentemente una chica que se defendiera facilmente, aunque Morgan ya había comprobado en muchas ocasiones que las apariencias solían engañar, más aún con las mujeres. Sus labios, de color rojo carmesí, se cerraban con firmeza en una mueca que se asemejaba a una leve sonrisa. Su pelo, blanco como la nieve, caía ocultando parcialmente sus ojos; unos ojos azules cuya vista, según podía adivinar, le traería bastantes problemas. No era lo que estaba esperando, pero estaba claro que si lo que querían era impresionarle, lo habían conseguido.

- Sólo una persona que creyese de verdad en sí misma se atrevería a llamarme así.

La chica se mordió el labio y lo miró fijamente. Definitivamente, era guapísima.

- Bien. Veo que al final te has decidido a colaborar. Harrison me había alertado de que tal vez no aparecieras y tuviera que ir yo... a buscarte.

Delató una leve malicia en aquel comentario. Tal vez su rostro de ángel no fuera más que una máscara de una letal asesina. O tal vez estuviese tratando de amenazarle. Todo aquello era demasiado confuso.

- No esperaba que enviase un mensajero así. Aunque igual tampoco me hubiera importado recibir tu visita.

Terminó de desencadenar la sonrisa, sin apartarle la vista de los ojos un minuto. Empezaba a ponerle nervioso, pero a la vez tenía algo que le mantenía así su mirada posada en los suyos sin ninguna interrupción.

- Tienes razón; ha sido una pena. Esperaba poder matar a alguien esta noche.

Lo dijo con una naturalidad tan pasmosa que arrancó una carcajada de Morgan. Sabía que Harrison contaba con algunos de los mejores mercenarios bajo su mando y, por el momento, esos rumores se iban confirmando.

Antes de que pudiera decir nada a modo de respuesta, la mano de la chica se dibujó frente a su boca, como obligándole a callar. A continuación sintió su mirada, algo más baja, mientras se incorporaba levemente y posaba los labios sobre los suyos. En un momento sintió como abría su boca y dejaba deslizar un minúsculo elemento metálico, cuyo contacto percibió frío e insípido. Luego se apartó de él de nuevo.

Su mirada volvía a estremecerle, fija y penetrante como antes, pero su sonrisa ya se dibujaba en mayor medida; una sonrisa bella, sí, pero también traicionera. Su voz fue más potente, escondiendo esa dulzura que habría creido innata.

- Ya tienes todo lo que necesitas. Volveremos a vernos.

Morgan no dijo nada. La vió volverse y caminar con paso ágil pero elegante, abriéndose paso entre la multitud de aquel antro. Nunca le habían encargado una misión de aquella manera y pensó en si realmente volvería a verla.

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- ...despierta...

Pitidos electrónicos a un ritmo constante, válvulas abriéndose y cerrándose, voces no, aún eran murmullos, frío a través de la columna vertebral y peso, un peso agobiante que le aplastaba la caja torácica y le impedía respirar.

- Morgan, despierta. Despierta ya...

Luz, claridad, en un instante la mayor luminosidad que había experimentado en toda su vida.

Blanco. Todo. Nunca tan poco color había significado tanto.

6 de diciembre de 2006

Signos (I)

Abrió los ojos en mitad de la noche. Oscuridad, lo mismo de siempre, nada tenía porqué cambiar y nada había cambiado. Volvió a cerrarlos y se sumergió nuevamente en el universo en el que se había visto inmerso.

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Allí estaba ella, tan blanca como la más pura luz que nunca podría haber sentido. Ella, en el medio de la habitación, suspendida mágicamente de alguna manera, con los ojos cerrados de aquel modo tan dulce, y una finísima sábana envolviendo tímidamente su cuerpo liviano. Podría haberse quedado mirándola durante horas, habiendo incluso perdido la noción del tiempo, sin sentir ninguna clase de hambre, dolor, sueño o cualquier otra limitación humana ante aquella visión a su juicio celestial.

Y sin embargo, ya tenía que irse.

Acercó sus dedos índice y corazón unidos hacia sus labios y a continuación acarició la frente de la chica con ellos. No dijo nada, ni siquiera se removió minimamente. Su respiración continuaba tan tranquila y tenue como hace unos instantes. Esbozando una sonrisa, Morgan se volvió hacia la puerta, caminando con paso decidido.

La lluvia había azotado los cristales del apartamento toda la noche y por la mañana parecía no haberse decidido a realizar excepción alguna. Aún no había terminado de establecerse suficiente luz para que el alumbrado público no fuese necesario y sin embargo un buen número de personas vagaba ya de un lado para otro, envueltos en sus abrigos, cubiertos por sus paraguas, sujetando sus maletines, dispuestos a enfrentarse un nuevo día más a la supervivencia más cotidiana. Si supieran lo que él sabía, tal vez no caminasen tan tranquilos, Morgan no tenía ninguna duda. Pero todo llegaría a su tiempo...

Subiéndose los cuellos de la chaqueta para tratar de protegerse del viento y la lluvia, salió del portal y se encaminó hacia su coche, aparcado una manzana más arriba. Las luces de un AV zumbaron sobre su cabeza por un instante, y lo vió alejarse en su misma dirección aunque unos metros más alto, eso sí.

Los había cada vez más, no hacia falta más que darse un paseo por la ciudad para ver que aquello no era lo mismo que hacia un par de años. Por supuesto, mucha gente no disponía de recursos como para hacerse con una tecnología así, pero ya habían surgido fabricantes dispuestos a hacerse llegar a un mayor público a costa de ofrecer productos más asequibles, aunque con las limitaciones pertinentes. Otras personas, como Morgan, seguían prefiriendo rodar sobre el suelo firme. Le daba más confianza; al menos así existía algo que te sujetase.

Su Spengler no era demasiado veloz, pero era un coche robusto, que más de una vez le había sacado de apuros sin muchos contratiempos. Lo cuidaba con esmero; al fin y al cabo era el compañero que más le había durado y el único con quien realmente disfrutaba trabajando.

Accionó el mando de la llave y a continuación abrió la puerta. Acomodándose en el asiento del conductor, deslizó hacia abajo la cremallera de su chaqueta mientras con la otra mano introdujo la llave y la giró.

La calle se estremeció con un estruendo que lo envolvió todo y la mañana se llenó de súbito de color. Para cuando los que se encontraban cerca del lugar obtuvieron el valor para dirigir su vista a la luz, aquello había dejado de ser un coche. Lenguas de fuego inagotables surgían de entre el metal.

Nadie salió. No hubo movimiento alguno.

Un coche en llamas.

Y no había más.

3 de diciembre de 2006

Contracorriente

La lucha contra los inconvenientes supone el mejor método de aprendizaje del que disponemos, más aún cuando esa lucha nos lleva a salir victoriosos, convirtiéndose en una de las mayores fuentes de satisfacción que podemos experimentar.

Me envuelve ahora una sensación bastante curiosa: por un lado siento esa alegría de haber cumplido con los objetivos previstos, de sentir que el tiempo invertido ha merecido la pena con creces, pero por otro lado queda también la resignación de saber que los momentos que he vivido ahora no volverán a suceder. Nunca volveré a ser Oberón; tampoco es cierto que vuelvo a ser el de antes, porque de todo se aprenden cosas y se obtienen resultados, y eso es lo que trato de manifestar. Tal vez esta entrada vaya a ser un poco más personal en comparación con las que os tengo acostumbrados, pero ahí va.

Podemos comprometernos de maneras muy diversas. Con personas, con obligaciones, con elecciones,... Nuestros compromisos nos limitan, nos ocupan una parte más o menos importante de nuestro tiempo, pero también nos ofrecen posibilidades sustanciosas: nuevas perspectivas, acercamiento o realización de nuestros sueños y objetivos, etc. No podemos librarnos por siempre de los compromisos: evadirlos no hará sino retrasar nuestros propósitos dejándonos temporalmente conscientes de nuestras más inmediatas carencias.

Un compromiso requiere nuestra atención en forma de tiempo y esfuerzo, tanto físico como mental. Su duración puede ser tan variable como lo son un segundo respecto de un año, y el esfuerzo que suponen puede pasar de ser insignificante a altamente agotador, en todos los sentidos.

Así pues, los compromisos nos crean inevitablemente dificultades desde el momento de su concepción. Superar estas será nuestro objetivo inicialmente; para ello deberemos emplear nuestros recursos controlando en la medida de lo posible el desarrollo de los acontecimientos relacionados. Pero también podemos encontrar otra serie de dificultades que vayan surgiendo a medida que nos intentamos acercar al objetivo. Producto del azar o de situaciones no previstas, estas pueden llegar a interferir en nuestro camino de un modo inimaginado, que pueda escaparse de nuestras posibilidades y hacernos pensar en la renuncia. Sólo si tenemos el convencimiento de nuestra voluntad para superarlas podremos llegar a obviarlas.

Prefiero escribir esto hoy, ya que mañana después del examen de SO igual pensaría distinto (esperemos que no) o al menos no tendría esta idea tan fresca. Intenta ser una especie de "tributo" a todos los que hemos participado recientemente en el montaje de "Sueño de una noche de verano" que finalmente, y a pesar de todos los problemas habidos, se pudo llevar a cabo gracias a la dedicación de todos. Sólo quiero dar las gracias a todo el resto de miembros del taller de teatro de la UD y decirles que trabajar con ellos fue un sueño maravilloso del que ahora toca despertar, aunque me costará acostumbrarme a esta realidad. Gracias también a los que vinieron a ver la obra, por su apoyo; espero que todo fuese de su agrado.

Mis ojos ya se han abierto, he debido despertar, pero sé que lo vivido no fue sólo "un vago sueño". Muchas gracias y hasta la vista.