3 de diciembre de 2006

Contracorriente

La lucha contra los inconvenientes supone el mejor método de aprendizaje del que disponemos, más aún cuando esa lucha nos lleva a salir victoriosos, convirtiéndose en una de las mayores fuentes de satisfacción que podemos experimentar.

Me envuelve ahora una sensación bastante curiosa: por un lado siento esa alegría de haber cumplido con los objetivos previstos, de sentir que el tiempo invertido ha merecido la pena con creces, pero por otro lado queda también la resignación de saber que los momentos que he vivido ahora no volverán a suceder. Nunca volveré a ser Oberón; tampoco es cierto que vuelvo a ser el de antes, porque de todo se aprenden cosas y se obtienen resultados, y eso es lo que trato de manifestar. Tal vez esta entrada vaya a ser un poco más personal en comparación con las que os tengo acostumbrados, pero ahí va.

Podemos comprometernos de maneras muy diversas. Con personas, con obligaciones, con elecciones,... Nuestros compromisos nos limitan, nos ocupan una parte más o menos importante de nuestro tiempo, pero también nos ofrecen posibilidades sustanciosas: nuevas perspectivas, acercamiento o realización de nuestros sueños y objetivos, etc. No podemos librarnos por siempre de los compromisos: evadirlos no hará sino retrasar nuestros propósitos dejándonos temporalmente conscientes de nuestras más inmediatas carencias.

Un compromiso requiere nuestra atención en forma de tiempo y esfuerzo, tanto físico como mental. Su duración puede ser tan variable como lo son un segundo respecto de un año, y el esfuerzo que suponen puede pasar de ser insignificante a altamente agotador, en todos los sentidos.

Así pues, los compromisos nos crean inevitablemente dificultades desde el momento de su concepción. Superar estas será nuestro objetivo inicialmente; para ello deberemos emplear nuestros recursos controlando en la medida de lo posible el desarrollo de los acontecimientos relacionados. Pero también podemos encontrar otra serie de dificultades que vayan surgiendo a medida que nos intentamos acercar al objetivo. Producto del azar o de situaciones no previstas, estas pueden llegar a interferir en nuestro camino de un modo inimaginado, que pueda escaparse de nuestras posibilidades y hacernos pensar en la renuncia. Sólo si tenemos el convencimiento de nuestra voluntad para superarlas podremos llegar a obviarlas.

Prefiero escribir esto hoy, ya que mañana después del examen de SO igual pensaría distinto (esperemos que no) o al menos no tendría esta idea tan fresca. Intenta ser una especie de "tributo" a todos los que hemos participado recientemente en el montaje de "Sueño de una noche de verano" que finalmente, y a pesar de todos los problemas habidos, se pudo llevar a cabo gracias a la dedicación de todos. Sólo quiero dar las gracias a todo el resto de miembros del taller de teatro de la UD y decirles que trabajar con ellos fue un sueño maravilloso del que ahora toca despertar, aunque me costará acostumbrarme a esta realidad. Gracias también a los que vinieron a ver la obra, por su apoyo; espero que todo fuese de su agrado.

Mis ojos ya se han abierto, he debido despertar, pero sé que lo vivido no fue sólo "un vago sueño". Muchas gracias y hasta la vista.

1 comentario:

Crimsom Shadow dijo...

Que razon tienes, los compromisos son el camino al futuro y la verdadera forma de crecer y formar nuestro ser. Bien es cierto que cuando llegas al final de una gran odisea y ha terminado bien sientes lo que dices. Me ha pasado miles de veces, la ultima con el proyecto de TP, para mi en parte un gran sueño.

Pero a eso quiero ir, tal vez me entristezca no volver a estar ahi, con ese sabor de todo sale adelante y de genialidad, pero me queda un recuerdo increible que casi me define y las ganas de en cuanto pueda volver a enrolarme en algo aun mas grande, de lo que espero aprender aun mas.

Un saludo!