29 de abril de 2006

Una sonrisa

Salía ayer del metro en la estación de Areeta, acababa de pasar las máquinas canceladoras y estaba ya de camino hacia las escaleras mecánicas cuando me encuentro ante mis ojos a un niño pequeño (tal vez no tuviera más de un año) que desde los brazos de su madre me mira. Le correspondo la mirada y de pronto empieza a sonreirme. Le sonrío y su sonrisa empieza a ser cada vez mayor, hasta que termina por mostrarme sus dientecitos en una sonrisa... magnífica. Cuesta no corresponder a algo así, por lo que la devuelvo con la mejor sonrisa que puedo, hasta que la madre se lleva al niño hacia el ascensor quedándome yo con cara de tonto, mirándole (y él a mí) mientras las escaleras me van subiendo poco a poco.

Supongo que ese sería uno de los pocos momentos del día de ayer en que me encontré sonriendo de verdad y lo cierto es que consiguió dejarme una sonrisa tímida impresa por unos minutos sobre mi cara, una sonrisa perdida después, como la que conservaría él durante un corto tiempo, pero con la diferencia de que yo aún tengo la suya en mi cabeza.

Es curioso como alguien que no te conoce de nada puede sonreirte de tal manera que te alegre una parte del día y aún te haga sonreir ahora que lo recuerdas. Así son los niños, no se preguntan tantas cosas como los mayores y si alguien les cae bien no tienen que aparentar nada, sólo sonríen. Ayudaría a veces actuar como ellos aunque se ve que, según nos vamos haciendo mayores, nos volvemos cada vez más desconfiados... tal vez por los "palos" que nos puede ir dando la vida (que es como mejor se aprende) pero también porque vamos perdiendo esa dulzura infantil, ese ansia por descubrir el mundo que nos rodea que tienen los niños.

Por desgracia, tenemos nuestro mundo demasiado descubierto, o al menos nuestro mundo más cercano, y es dificil escapar de las rutinas. Por eso muchas sonrisas mueren en donde nacen, en labios de soñadores, de niños grandes que desean escapar de su rutina pero que tropiezan con el obstáculo de la monotonía. Está claro que no todos están preparados para sonreir, pero algunos tampoco lo están para recibir una sonrisa. A pesar de todo, nunca sabes a quién puede alegrar una sonrisa tuya y no es tan dificil conseguirlo, sólo hay que proponérselo...

:D

Hasta otra

1 comentario:

Crimsom Shadow dijo...

Gran reflexión, y muy cierta, sea dicho de paso.

Yo solo digo que lo importante es que si eres uno de esos niños grandes no te preocupes de quien te va a alegrar con una sonrisa, sino de alegrar tu con tu sonrisa a otros. ;-)

Un saludo!