8 de octubre de 2006

Ruido en la cabeza

Horas cotidianas, días cotidianos, semanas cotidianas...

Todo se envuelve dentro de la misma rutina que seguimos observando año tras año, todo sigue el mismo ciclo. Las obligaciones, los tiempos muertos, las distracciones, los pensamientos, la intimidad, el dormir y el despertar, la noche y el día,... encerrados todos ellos dentro de un bucle en apariencia infinito donde nos sumergimos esperando algún día llegar al fin a nuestro destino.

¿Para qué? ¿Qué resultado hemos obtenido al final de cada ciclo? ¿Estamos realmente más cerca de nuestro objetivo (si es que sabemos cuál es)?

Hemos ido creciendo, hemos ido aprendiendo cosas, asimilando el mundo que nos rodea pero ¿qué hemos obtenido como recompensa? Nuestros juegos de pequeños se asemejaban a nuestros sueños: soñábamos que podíamos volar y batíamos las alas velozmente, corriendo de un lado para el otro, emitiendo un ruido de turbinas. ¿Y quién nos enseñó a aterrizar?

Tal vez llovió y se desató una terrible tempestad sobre nuestras ilusiones y ya no pudimos despegar de nuevo. Tal vez nos encontramos con alguien que, ya resignado a vivir en tierra, decidió agujerear nuestras alas. Tal vez un día sufrimos un accidente, una caída desde lo alto, una nube que nos cegó por un instante y a punto estuvo de costarnos caro y a partir de entonces cogimos miedo a volar de nuevo.

Y nos empeñamos en seguir en tierra. Sabiendo que nuestra felicidad residía allí, entre los pájaros, inocentes de ellos como nosotros lo fuimos antaño y como, cada vez, más verguenza y miedo nos da intentar alcanzarlo. Realmente, es comodísimo vivir en un bucle. Sólo has de seguir realizando tu proceso mientras el contador va incrementando.

Pero todos sabemos que ese contador terminará...

¿Es tarde ya para salir al cielo o es que aún pensamos que la felicidad no tiene nada que ver con nuestros sueños?

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y por qué no decantarnos por la felicidad terrenal, alcanzable, limitada y factible? La felicidad, como dice el profesor Punset, reside en la sala de espera de la felicidad. Disfrutamos más pensando en lo bien que lo vamos a pasar que cuando realizamos lo planificado. Si somos capaces de deducir eso, somos capaces de romper el bucle.

Respecto a nuestros objetivos, no seamos infantiles. Observaba ayer en un video sobre la actividad cerebral la charla de un neurólogo en la universidad de Yale de NYC. Tras una interesante demostración del funcionamiento de nuestro cerebro, terminó enseñando un fotograma de "El mago de Oz" en el que al personaje que toda la película buscaba un cerebro al final le entregaban un papel. Y el neurólogo lanzó esta reflexión:
<< ¿Es esto lo que buscáis, un papel? Vosotros sabréis para lo que estáis estudiando >> Hace pensar.

El vídeo:
http://www.davidlynchfoundation.com/tour/index.html